La semana bursátil concluyó con los mercados mostrando una notable resistencia ante la disfunción de Washington, ya que los principales índices cerraron en nuevos máximos históricos a pesar del cierre del gobierno federal que comenzó el 1 de octubre a medianoche. Este rendimiento refleja la sofisticada forma en que los inversores han aprendido a distinguir entre el teatro político y los verdaderos obstáculos económicos.
El Dow Jones Industrial Average subió 43 puntos, o un 0,09 %, mientras que el S&P 500 subió un 0,34 % y el Nasdaq, con gran peso tecnológico, aumentó un 0,42 % el 2 de octubre, cerrando tanto el Dow como el S&P 500 en máximos históricos. Sin embargo, estas ganancias no se produjeron a pesar del cierre, sino más bien porque los mercados han demostrado repetidamente que este tipo de impasses políticos suelen tener un impacto económico mínimo, especialmente cuando los fundamentos subyacentes siguen siendo sólidos.
Lo que hizo que esta semana fuera especialmente notable fue el contraste entre la parálisis de Washington y el optimismo prospectivo del mercado. El 30 de septiembre, el Dow subió 68,78 puntos, o un 0,2 %, para cerrar en 46.316,07, mientras que el Nasdaq sumó 107,09 puntos, o un 0,5 %, para cerrar en 22.591,15. El S&P 500 tuvo su mejor septiembre en 15 años, impulsado por el optimismo sobre la inteligencia artificial y la bajada de las tasas de interés, lo que sentó las bases para que la fortaleza continuara al comenzar las operaciones de octubre.
Los datos económicos que se dieron a conocer esta semana pintaron un panorama más matizado de lo que podría sugerir la fortaleza del mercado. Las empresas del sector privado de EE. UU. perdieron 32.000 empleos en septiembre, según el informe de ADP, y las 54.000 nuevas contrataciones estimadas anteriormente para agosto se revisaron a la baja hasta alcanzar un saldo negativo de 3.000. Este sorprendente descenso representa la cifra de empleo privado más baja desde marzo de 2023 y se suma a la creciente preocupación por el impulso del mercado laboral.
El salario anual aumentó un 4,5 % interanual en septiembre, lo que sugiere que las presiones salariales siguen siendo elevadas, incluso cuando la creación de empleo se tambalea. Esta combinación de debilitamiento del empleo y crecimiento salarial persistente crea un contexto complejo para los responsables de la política monetaria de la Reserva Federal, que deben trazar el camino a seguir en materia de tasas de interés tras el reciente inicio de su ciclo de flexibilización.
Quizás lo más revelador de la psicología actual del mercado sea la relativa calma con la que los inversores han asimilado tanto el cierre como los débiles datos de empleo. En lugar de provocar un posicionamiento defensivo o una venta generalizada, estos acontecimientos fueron recibidos con una evaluación mesurada. Esto sugiere que el mercado se siente cómodo con su tesis fundamental: que la economía se está enfriando gradualmente en lugar de colapsar, lo que respalda el argumento de la Fed a favor de continuar con la normalización de la política monetaria sin necesidad de una intervención de emergencia.
El cierre del Gobierno, aunque acapara los titulares, no parece que vaya a descarrilar la trayectoria económica que ha sostenido a los mercados en los últimos meses. La historia nos da tranquilidad en este sentido. Durante el cierre de 2018-2019, las acciones subieron aproximadamente un 10 %, lo que demuestra que los inversores suelen pasar por alto las perturbaciones políticas temporales para centrarse en los beneficios empresariales subyacentes y el impulso económico.
Si observamos el rendimiento sectorial a lo largo de la semana, la tecnología siguió desempeñando su papel de liderazgo, beneficiándose tanto de la narrativa de inversión en inteligencia artificial como de la perspectiva de un entorno de tasas más bajas que respalda las elevadas valuaciones. El impacto limitado del cierre en la actividad del sector privado significa que las empresas tecnológicas se enfrentan a una interrupción operativa mínima, lo que permite que sus historias de crecimiento estructural permanezcan intactas.
Para la construcción de carteras en este entorno, el mensaje parece claro: mantener la convicción en las exposiciones de crecimiento de calidad sin dejar de estar atentos a la evolución de la dinámica del empleo. La combinación de máximos históricos en los mercados y el debilitamiento de la creación de empleo crea un delicado equilibrio que requiere seguimiento, pero, en ausencia de signos de un deterioro económico más amplio, la trayectoria de menor resistencia para las acciones sigue siendo al alza.
A medida que avanzamos en octubre, la prueba que se avecina será si los datos de empleo, una vez disponibles, confirman la tendencia a la desaceleración sugerida por el informe ADP de esta semana o si la debilidad de septiembre resulta ser una anomalía. Por ahora, los mercados han emitido su veredicto: la disfunción política acapara los titulares, pero la fortaleza fundamental dicta la asignación de capital, y los cierres récord del 2 de octubre son testimonio de la confianza de los inversores en el contexto económico subyacente.
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