La semana pasada se produjo una paradoja intrigante en los mercados bursátiles. A pesar de que el gobierno federal permaneció cerrado por segunda semana consecutiva, los principales índices escalaron sin cesar, con el S&P 500 subiendo un 0,58 % el miércoles para cerrar en 6.753,72, mientras que el Nasdaq Composite avanzó un 1,12 % para terminar en 23.043,38, ambos alcanzando nuevos máximos históricos. Esta resistencia dice mucho sobre dónde reside actualmente la confianza de los inversores: no en la capacidad de Washington para funcionar, sino en la promesa duradera de la inteligencia artificial y la perspectiva de una continua flexibilización monetaria.
El S&P 500 y el Nasdaq Composite cerraron el lunes en máximos históricos, impulsados por el optimismo sobre el aumento de las fusiones y adquisiciones, tras la subida de más del 23 % de AMD luego de un acuerdo con OpenAI, que podría otorgar a la matriz de ChatGPT una participación del 10 % en el fabricante de chips. La transacción cristaliza una narrativa en la que los mercados quieren creer desesperadamente que la tesis de inversión en IA sigue siendo lo suficientemente sólida como para justificar valuaciones elevadas, incluso cuando los fundamentos económicos se vuelven más turbios.
La actividad bursátil de la semana se desarrolló en un contexto de profunda incertidumbre informativa. La ausencia del informe mensual de empleo del Departamento de Trabajo, previsto para el viernes por la mañana, es la primera víctima de lo que probablemente será una serie de retrasos en los datos económicos mientras persista el cierre. Este bloqueo de datos supone un reto especialmente complicado para la Reserva Federal, que debe dirigir la política monetaria en un momento en el que la inflación supera su objetivo del 2 % y la contratación se ha detenido casi por completo.
Las actas de la Fed publicadas el miércoles por la tarde apuntaban a que podrían producirse más recortes de tasas durante el resto de 2025, con una ligera mayoría de 10 a 9 a favor de recortes de un cuarto de punto en cada una de las dos reuniones restantes de este año. Esta inclinación moderada sugiere que la Fed considera que los riesgos del mercado laboral superan a las preocupaciones por la inflación, incluso aunque el cierre elimine los datos oficiales de empleo que normalmente informarían de tales juicios. Los mercados han descontado una probabilidad del 100 % de una bajada en octubre y del 88 % de otra en diciembre, probabilidades que se han reforzado desde que comenzó el cierre.
Lo que hace que el momento actual sea especialmente fascinante es cómo los mercados han fraccionado la disfunción política. A pesar del cierre del Gobierno, la confianza de los inversores se ha mantenido firme, y el S&P 500 ha registrado tres máximos históricos adicionales, lo que eleva el total del año hasta la fecha a 31. Las acciones del sector sanitario subieron un 6,58 % durante la semana, liderando el rendimiento del sector, lo que demuestra que la rotación fundamental del segmento continúa incluso cuando el teatro político domina los ciclos de noticias.
Las señales de precaución surgieron esta semana de fuentes inesperadas, con funcionarios del Banco de Inglaterra advirtiendo sobre las perspectivas de una «fuerte corrección del mercado» alimentada por la especulación sobre la inteligencia artificial. Estas preocupaciones ponen de relieve la cuerda floja en la que se mueven actualmente los mercados: las valuaciones basadas en las ganancias de productividad transformadoras, impulsadas por la IA, deben ofrecer resultados que justifiquen unos niveles de precios que parecen elevados según los parámetros tradicionales.
Para los inversores que navegan en este entorno, la actividad de la semana pone de relieve varias realidades. Los mercados han aprendido a mirar más allá de las perturbaciones gubernamentales temporales para fijarse en el impulso económico subyacente y la capacidad de generar beneficios de las empresas. La postura moderada de la Fed proporciona un contexto favorable que fomenta la asunción de riesgos incluso en medio de la incertidumbre. La narrativa de la inversión en IA sigue teniendo suficiente convicción como para impulsar decisiones importantes de asignación de capital, como lo demuestran la transacción entre OpenAI y AMD y el liderazgo continuado del sector tecnológico. La prueba que se avecina será si los datos económicos, una vez que vuelvan a estar disponibles, confirman la resistencia que los mercados han descontado, o si el cierre oculta un deterioro que solo se hará evidente una vez que termine el bloqueo de datos.
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