A medida que avanzamos hacia 2025, hay un argumento convincente que sostiene que los mercados financieros pueden estar subestimando la posible disminución de la inflación. Esta perspectiva depende de varios factores que podrían conducir a una disminución de la inflación más pronunciada de lo previsto actualmente.

Desde 2021, la inflación ha superado constantemente el objetivo del 2 % de la Reserva Federal, alcanzando un máximo significativo durante 2022 y 2023. Los datos recientes indican una moderación, con una inflación del 2,5 % durante el último año. Aunque se trata de una tendencia positiva, es esencial tener en cuenta la dinámica subyacente que podría influir aún más en esta trayectoria.

En años anteriores, los aranceles, especialmente los aplicados durante las tensiones comerciales, contribuyeron al aumento de los precios de importación, lo que alimentó la inflación. Sin embargo, los análisis actuales sugieren que el efecto de transmisión de estos aranceles puede ser más limitado de lo previsto inicialmente. Esto significa que el impacto directo en los precios al consumidor podría disminuir, reduciendo una fuente de presión inflacionaria.

La elevada incertidumbre en torno a las políticas comerciales y los posibles cambios en los programas fiscales pueden actuar como obstáculos para el crecimiento económico. Estas incertidumbres pueden llevar a las empresas a retrasar las inversiones y la contratación, lo que ralentiza la actividad económica. La desaceleración del crecimiento suele estar relacionada con la reducción del poder de fijación de precios de las empresas, lo que contribuye a reducir la inflación.

A pesar del exceso de inflación en los últimos años, las expectativas de inflación a largo plazo se mantienen relativamente estables. Esta estabilidad sugiere que los consumidores y las empresas anticipan un retorno a niveles normales de inflación, lo que puede influir en los resultados reales de la inflación a través de demandas salariales moderadas y estrategias de precios.

Comprender el potencial de una disminución más significativa de la inflación es crucial para los inversores, ya que conlleva implicaciones distintas tanto para los mercados de renta variable como para los de renta fija.

Una menor inflación puede conducir a una reducción de los costos de los insumos para las empresas, lo que podría mejorar los márgenes de beneficio. Además, si la Reserva Federal responde a la disminución de la inflación con recortes de tasas, los costos de endeudamiento de las empresas pueden disminuir, lo que favorecería aún más los beneficios empresariales. Estos factores pueden hacer que las acciones sean más atractivas, lo que podría dar lugar a una mayor valuación de las acciones.

Ciertos sectores, como el tecnológico y el de consumo discrecional, pueden beneficiarse más de la disminución de la inflación debido a su sensibilidad a las tasas de interés y a los patrones de gasto de los consumidores. Los inversores podrían considerar la posibilidad de inclinar sus carteras hacia estos sectores para aprovechar las tendencias previstas.

Los rendimientos de los bonos están estrechamente ligados a las expectativas de inflación. A medida que la inflación se reduce, los rendimientos de los bonos recién emitidos pueden disminuir. Sin embargo, los bonos existentes con rendimientos más altos se vuelven más valiosos, lo que lleva a una apreciación de los precios. Este escenario es beneficioso para los actuales tenedores de bonos, ya que el valor de mercado de sus tenencias aumenta.

Una disminución significativa de la inflación podría llevar a la Reserva Federal a implementar recortes de tasas para estimular la actividad económica. Las tasas de interés más bajas generalmente conducen a precios de bonos más altos, lo que beneficia a los inversores que poseen bonos de larga duración.

Aunque el sentimiento actual del mercado puede no reflejar plenamente la posibilidad de una disminución sustancial de la inflación, varios indicadores sugieren que este resultado es plausible. Los inversores deben permanecer atentos, considerando ajustes en sus carteras para alinearse con el panorama económico en evolución. Al anticipar estos cambios, los inversores informados pueden posicionarse mejor para capitalizar las oportunidades que presenta un entorno de inflación cambiante.

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