El verano pasado, los mercados bursátiles se vieron afectados por una fuerte montaña rusa que dejó a muchos inversores confusos sobre lo que estaba ocurriendo. En pocas palabras, algunos datos económicos débiles de EE. UU. desencadenaron una oleada de ventas que hizo que las cosas parecieran peores de lo que realmente eran. Pero a los pocos días, los mercados volvieron casi al punto de partida. Fue un caso típico de las fluctuaciones veraniegas de los mercados, en las que una menor actividad comercial puede dar lugar a mayores oscilaciones.
Un aspecto positivo de esta situación es que la «red de seguridad» financiera funcionó como debía. Cuando cayeron las acciones, subieron los precios de los bonos, lo que ayudó a amortiguar el impacto para los inversores. Este equilibrio entre acciones y bonos es una estrategia clásica, conocida como cartera 60/40: 60% acciones y 40% bonos. Está diseñada para proteger las inversiones en tiempos difíciles.
Esta estrategia se vio afectada en 2022 cuando la inflación se disparó, haciendo que tanto las acciones como los bonos perdieran valor al mismo tiempo. Eso dejó a los inversores sin ningún lugar donde esconderse. Pero ahora, con la inflación algo controlada, la preocupación se ha trasladado a la posibilidad de desaceleración económica, que es donde suelen brillar los bonos.
Los bonos ofrecen actualmente algunos de los rendimientos más altos que hemos visto en años. No hace mucho, los bonos no rendían casi nada y, en algunos casos, los inversores incluso perdían dinero solo por mantenerlos. Ese extraño período ha terminado, y ahora, la deuda pública estadounidense de referencia a 10 años rinde en torno al 3,8%, una cifra bastante decente en comparación con los últimos años.
Expertos como Simon Dangoor, de Goldman Sachs, sugieren que los bonos podrían volver a ofrecer protección frente a las caídas de los mercados bursátiles, especialmente si las tasas de interés empiezan a bajar. Pero hay un inconveniente. No es la primera vez que oímos que «los bonos han vuelto», y no siempre ha salido bien, sobre todo cuando la inflación resulta difícil de controlar.
Aunque algunos analistas se muestran cautelosos a la hora de entusiasmarse con los bonos, afirmando que ya no son el «aventón» que solían ser, el hecho de que la red de seguridad del sistema financiero resistiera durante las turbulencias del mercado de este verano es tranquilizador. Demuestra que contar con una estrategia de inversión equilibrada que incluya acciones y bonos puede seguir siendo útil en tiempos de incertidumbre.
Aunque la reciente locura del mercado puede haber sido inquietante, no hay necesidad de entrar en pánico. Los mecanismos de seguridad establecidos han funcionado bien y, por ahora, los inversores pueden estar tranquilos sabiendo que sus carteras diversificadas están diseñadas para contener tales sacudidas.
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