En euros, la renta variable europea ha tenido un rendimiento significativamente superior este año, con una ganancia del 9 % del índice MSCI Europe, mientras que el S&P 500, en la misma moneda, ha caído en esa misma proporción. Se trata de un cambio brusco en el rendimiento relativo observado en los últimos años, con un rendimiento superior constante de EE. UU. ¿Podría ser el comienzo de una tendencia más sostenida?
Gran parte del débil rendimiento económico de Europa durante la última década se ha debido a las estrictas restricciones del gasto fiscal, la política monetaria conservadora y la rígida regulación. Por el contrario, Estados Unidos ha aplicado con entusiasmo medidas fiscales expansionistas: recortes de impuestos, pagos directos de estímulo y un enfoque más flexible del endeudamiento. En los últimos diez años, la deuda pública estadounidense ha aumentado en 17 puntos porcentuales del PIB. Europa, por su parte, ha reducido los niveles de deuda en cinco puntos.
Del mismo modo, la política monetaria de Europa tardó en adaptarse tras la pandemia. La economía estadounidense capeó las subidas de tasas con menos trastornos gracias a la prevalencia de las hipotecas a tasa fija a largo plazo. En Europa, donde los prestatarios dependen en mayor medida de los préstamos a tasa variable de los bancos locales, la subida de los tasas de interés golpeó con más fuerza y rapidez. Las condiciones financieras en la zona del euro y el Reino Unido han sido recientemente más restrictivas que en cualquier otro momento de los últimos 15 años.
Sin embargo, hay indicios de que esta dinámica está cambiando. El estímulo fiscal está empezando a fluir. Solo el plan de infraestructuras de 500 mil millones de euros de Alemania equivale a un aumento de la tasa de crecimiento anual del PIB del 1 % cada año durante la próxima década.
Ahora también parece probable que se produzcan recortes de tasas a corto plazo. La flexibilización de las condiciones financieras podría actuar como catalizador de los préstamos y las inversiones, revirtiendo el lastre observado en los últimos años en Europa.
Europa también ha experimentado una supervisión regulatoria más estricta que otras regiones, especialmente en iniciativas relacionadas con el clima. Estos objetivos son importantes, pero el ritmo y el costo del cumplimiento han afectado los márgenes corporativos y ralentizado la actividad empresarial.
Ahora, parte de esa presión se está reequilibrando. Se están revisando las regulaciones medioambientales, y se han pospuesto o suavizado ciertas normas para dar más margen de maniobra a las industrias. Esto podría proporcionar un impulso adicional a las empresas europeas, especialmente en los sectores de alto consumo energético, y apoyar una recuperación económica más amplia.
Una de las razones por las que Europa ha quedado rezagada con respecto a Estados Unidos en cuanto a rendimiento de la renta variable es su limitada exposición a las empresas tecnológicas de alto crecimiento. Los índices europeos están más ponderados hacia los sectores financiero, industrial y de consumo tradicional, que tuvieron dificultades durante la pandemia y no pudieron participar en las subidas bursátiles impulsadas por la IA que beneficiaron a las empresas tecnológicas de megacapitalización de Estados Unidos.
Pero el liderazgo sectorial no permanece estático para siempre. Si la historia de la IA en EE. UU. tarda más en ofrecer beneficios tangibles, y si los mercados empiezan a exigir más pruebas de rentabilidad a los gigantes tecnológicos, la marea podría cambiar. La última vez que Europa superó a los mercados estadounidenses fue entre 2000 y 2009, durante y después del estallido de la burbuja puntocom original.
Las acciones europeas también siguen siendo mucho más baratas que sus pares estadounidenses, cotizando con un descuento significativo. Si los inversores globales comienzan a alejarse de la exposición concentrada en EE. UU., Europa podría ser una beneficiaria clave.
La geopolítica también puede aumentar la confianza. El tono antagónico de la política exterior estadounidense bajo Trump puede estar provocando una mayor cohesión dentro de Europa. La inversión en defensa está aumentando y la unidad política se está convirtiendo en una prioridad. Una resolución o desescalada en el conflicto de Ucrania también proporcionaría un impulso al reducir los precios de la energía, mejorar la confianza y fomentar la actividad del sector privado.
Goldman Sachs estima que un acuerdo de paz podría impulsar el PIB de la zona euro hasta un 0,5 %, principalmente a través de la reducción de los precios del gas y la mejora de la confianza del mercado.
No todos estos resultados están garantizados. Mucho depende del seguimiento de las políticas, de los acontecimientos geopolíticos y de cómo los mercados digieren la nueva información. Aun así, en conjunto, representan una hoja de ruta creíble para una perspectiva más optimista en la que Europa desempeña un papel más central en el crecimiento global que en la memoria reciente.
Para los inversores, el mensaje es claro: las suposiciones basadas en la última década pueden no ser válidas. Puede que sea el momento de reevaluar las exposiciones regionales y considerar si el futuro del crecimiento global parece más equilibrado de lo que sugiere el pasado reciente.
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