Hace dos semanas, explicamos nuestra idea de “abrazar la incertidumbre”. Recapitulando, se trata de que los inversores deberían adoptar una estrategia para aprovechar la volatilidad del mercado a corto plazo para obtener puntos de entrada más atractivos en las inversiones a largo plazo.

La idea que expusimos suscita la siguiente pregunta: ¿cómo podemos “abrazar la incertidumbre” en la práctica? En otras palabras, ¿cómo puedo (el inversor) aplicar esto a mis decisiones de inversión hoy?

El optimismo, si se basa en la realidad, es nuestro amigo. Puede ser una fuerza muy poderosa y, cuando los inversores lo utilizan de forma equilibrada y reflexiva, nos ofrece un camino hacia una sólida rentabilidad de las inversiones a largo plazo.

En primer lugar, empecemos por reevaluar el estado actual de la economía mundial y de los mercados financieros para los inversores. La inflación sigue asolando las economías, con las tasas más altas de las últimas décadas. La guerra en Ucrania se prolonga y las tensiones entre China y Estados Unidos hacen que una guerra caliente entre superpotencias sea una posibilidad real. La economía muestra signos de ralentización y
Europa se enfrenta a un invierno extremadamente difícil que probablemente incluya un racionamiento energético. A primera vista, encontrar una visión optimista del futuro podría ser difícil.

Pero vamos a profundizar en ello. Porque pensamos que las perspectivas a largo plazo no solo ofrecen motivos para el optimismo, sino que iríamos más allá y diríamos que los inversores serían descuidados si no fueran optimistas a largo plazo.

Ya lo hemos dicho antes, pero vale la pena repetirlo. Los inversores deben tener cuidado de no catastrofizar, sobredimensionando la importancia de los acontecimientos actuales y asumiendo que ahora es especialmente único como momento de crisis o volatilidad.

Por muy malas que parezcan las cosas, no suelen ser tan malas como creemos. Esto es especialmente cierto para los mercados de inversión.

La historia es útil para contextualizar el panorama actual de los inversores. En 1919, el mundo acababa de pasar por la Primera Guerra Mundial, seguida de la mayor pandemia (la gripe española) en más de un siglo. Todo ello daba pie a una visión pesimista; pero eso habría sido un error. A 1919 le siguieron los “locos años veinte”, una década de innovación tecnológica y fuerte crecimiento económico.

Tomemos un ejemplo aún más extremo. En 1941, la Segunda Guerra Mundial hacía estragos y la cosa iba muy mal para los aliados. Las potencias del Eje (el Japón imperial y la Alemania nazi) estaban ganando terreno en casi todas partes, y la civilización democrática occidental se enfrentaba a una derrota inminente. Es difícil pensar en algún momento de la historia moderna que justifique mejor una perspectiva pesimista desde el punto de vista de la inversión. Pero, de nuevo, esto habría sido un error. Un inversor que hubiera comprado acciones estadounidenses en 1941 habría obtenido una gran rentabilidad en las dos décadas siguientes.

Estos ejemplos ofrecen un contexto útil. La situación a la que se enfrentan los inversores hoy en día es relativamente benigna en comparación. Además, si miramos más allá de los problemas a corto plazo de la inflación, la escasez de energía e incluso la guerra en Europa, hay verdaderas razones para ser optimistas sobre las perspectivas de la economía y, por tanto, de los inversores en renta variable.

El proceso de industrialización del mundo es una historia contada a medias. Tras el ascenso de China, podemos esperar que India, el Sudeste Asiático, América Latina y África se conviertan en las próximas décadas en centros económicos y culturales mundiales. Esto no solo es algo que hay que esperar, sino que es una gran oportunidad de inversión para el inversor que sea capaz de aprovechar una perspectiva a largo plazo y combinarla con un optimismo racional sobre las perspectivas del mundo.

Están surgiendo nuevas tecnologías que transformarán el mundo para mejor. La inteligencia artificial, la ciencia de los materiales, la computación cuántica, la medicina genética. Son solo algunos ejemplos de ámbitos de innovación en fase avanzada y que ya están haciendo del mundo un lugar mejor para vivir.

Esto no es una llamada de atención para que los inversores se lancen hoy al 100% a los mercados de renta variable con una esperanza ciega. Se trata más bien de un recordatorio oportuno, en un período de elevada volatilidad e incertidumbre, para que se mantengan centrados en el largo plazo, donde creemos que adoptar una visión fundamentada pero aún optimista del futuro ofrece una vía para que los inversores piensen en posicionar sus carteras hoy en día.

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