Muchos inversores mantienen la cautela, perseguidos por la elevada inflación de 2022 y 2023. Sin embargo, hay razones de sobra para creer que la inflación descenderá más rápidamente de lo que la mayoría espera.

Para entender por qué es probable que baje la inflación, tenemos que volver a examinar sus causas en 2022 y 2023. El repunte de la inflación de esos años no fue aleatorio; fue un caso evidente de inflación monetaria impulsada por el exceso de estímulo y las perturbaciones de la cadena de suministro.

Los gobiernos y los bancos centrales respondieron a la pandemia de COVID-19 con un apoyo fiscal y monetario sin precedentes. Se inyectaron en la economía billones de dólares en cheques de estímulo, ayudas a las empresas y compras de activos. ¿Cuál fue el resultado? Demasiado dinero para tan pocos bienes.

Las restricciones y la escasez de mano de obra causaron importantes interrupciones en las cadenas de suministro. Las fábricas ralentizaron la producción, los puertos sufrieron retrasos y las empresas se esforzaron por satisfacer la demanda. Esto creó cuellos de botella que hicieron subir los precios.

Estas fuerzas se combinaron para crear una tormenta perfecta de inflación, que alcanzó niveles nunca vistos en décadas.

Desde 2022, los bancos centrales han cambiado agresivamente de marcha, con el objetivo de controlar la inflación. La Reserva Federal, el Banco Central Europeo y otros han endurecido la política monetaria subiendo las tasas de interés y reduciendo la oferta monetaria, con un endurecimiento cuantitativo (QT) que sustituye a la relajación cuantitativa (QE). Los bancos centrales han reducido sus balances permitiendo que los bonos venzan sin reinvertir.

Estas acciones han conducido a un prolongado período de contracción monetaria. La oferta monetaria se está reduciendo, lo que históricamente tiene un efecto moderador sobre la inflación. Así como el exceso de oferta monetaria alimentó la inflación, su contracción ejerce ahora una presión deflacionista.

La inflación tiende a ser rígida a corto plazo, pero sensible a las condiciones monetarias a lo largo del tiempo. Las condiciones que provocaron el repunte de la inflación de 2022-2023 ya no se dan. Las cadenas de suministro mundiales se han recuperado en gran medida. Los puertos mueven las mercancías con eficacia y la producción se ha normalizado en muchos sectores.

El aumento de las tasas de interés también ha frenado el gasto de los consumidores y las empresas. Los mercados de la vivienda se enfriaron.

Los costos de la energía, uno de los principales factores de inflación en 2022, se moderaron. Los precios del petróleo y del gas están muy por debajo de sus niveles máximos, lo que reduce los costos de transporte y producción.

Si nos remontamos a las dos décadas anteriores a la pandemia, la inflación fue sistemáticamente baja, con un promedio en torno al 2%. Hay pocas razones para creer que no podamos volver a este rango ahora que se han abordado los desequilibrios monetarios y de la oferta.

La Reserva Federal y otros bancos centrales han señalado cautela a la hora de reducir las tasas, pero la historia sugiere que podrían recortarlas más rápido de lo previsto.

Los efectos retardados de las elevadas tasas de interés son cada vez más evidentes. Sectores como el inmobiliario, el manufacturero y el tecnológico se están resintiendo, y los bancos centrales querrán evitar una desaceleración más profunda. También es posible que los gobiernos presionen a favor de unas tasas más bajas para apoyar el crecimiento del empleo y la expansión económica.

A medida que los indicadores de inflación se acerquen a los niveles objetivo, los bancos centrales tendrán más margen de maniobra sin poner en peligro su credibilidad. A mediados de 2025, podríamos asistir a una serie de bajadas de tasas destinadas a apoyar la economía. Unas tasas más bajas abaratarán los préstamos y estimularán el crecimiento, creando oportunidades para los inversores.

Una inflación y unas tasas de interés más bajas son buenas noticias tanto para los bonos como para las acciones.

El repunte de la inflación de 2022-2023 se debió a circunstancias únicas: un estímulo monetario excesivo y perturbaciones en la oferta. Ahora que las condiciones monetarias son restrictivas y las cadenas de suministro se han normalizado, es probable que la inflación vuelva a sus tendencias prepandémicas. Si los bancos centrales se inclinan por recortar las tasas, los bonos y las acciones podrían registrar ganancias sustanciales. Como siempre, mantenerse informado y proactivo le ayudará a sacar el máximo partido de estos cambios del mercado.

Al comprender esta dinámica, los inversores pueden posicionarse para beneficiarse de lo que podría ser un año crucial para los mercados financieros. La clave está en anticiparse a las tendencias, adaptar su cartera y centrarse en las oportunidades a largo plazo que se avecinan.

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