Los intentos extremos de Pekín por controlar los recientes brotes de Covid están teniendo, sin duda, un efecto negativo en la economía china. El PMI manufacturero oficial de la NBS cayó a 49,5 en marzo desde el 50,2 de febrero, incumpliendo las expectativas de una lectura de 49,9 e indicando la contracción de la producción manufacturera por primera vez desde octubre.

El PMI Caixin de servicios generales (que mide la actividad del sector de los servicios en China) también cayó, desde una lectura de 50,2 en febrero hasta 42 en marzo, indicando de nuevo una contracción y la primera caída de esta métrica en siete meses. Otros indicadores de la economía china han ido en la misma dirección en las últimas semanas.

Como consecuencia de estas cifras tan flojas, y de las draconianas medidas de covid que las están provocando, algunos analistas piensan ahora que China tendrá dificultades para cumplir su objetivo de crecimiento del PIB del +5,5% para 2022.

Además de lo anterior, la guerra en Ucrania ha añadido más presión a los precios de los activos financieros chinos. El capital inversor occidental considera que China (con razón) está alineada con Rusia y, por tanto, parte de ese capital ha estado vendiendo acciones chinas.

Esta visión de China como una mala inversión debido a: (i) la estrategia covid económicamente perjudicial ,y (ii) la desinversión geopolítica de China, está muy descontada en los mercados ahora. El mercado bursátil chino ha sido uno de los que peor se ha comportado entre los principales mercados en 2021 y 2022.

Cuando las expectativas son muy bajas, suele ser un momento oportuno para invertir en activos de alta calidad.
Si China adopta una postura más indulgente con respecto a las restricciones de Covid a finales de 2022, aprendiendo a “vivir con Covid” como ya está haciendo gran parte del resto del mundo, esto podría suponer un gran impulso para su producción económica. Se trata de una “victoria” fácil para el gobierno chino, que es muy consciente de la importancia de mantener su poder a través del crecimiento económico continuado de su población.

Si China cambiara sutilmente de rumbo y se mostrara más abierta a colaborar con Occidente (en lugar de luchar contra él), gran parte del capital gestionado por Occidente que ha estado saliendo de China haría cola para volver.

Ambos escenarios serían fáciles de implementar y serían muy buenos para los precios de las acciones chinas.

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